¿Porqué algunos niños lo intentan y otros se rinden?
Les dejo un excelente estudio sobre la perseverancia en nuestros hijos y cómo fomentarla incentivando el esfuerzo. Esto se aplica a TODAS las edades, me encantó, FOMENTAR EL ESFUERZO POR SOBRE EL LOGRO,
“Mi hija pequeña luchó para abrochar las correas en su silla. “Casi”, murmuró mientras intentaba una y otra vez. “Casi,” me quedé mirando, tratando de no asomar. Cuando lo consiguió, exclamé, “¡Lo hiciste! Era difícil, pero seguiste intentando, y lo hiciste. Estoy tan orgullosa de ti.”
Si yo no conociera el tema lo más probable es que hubiese dicho: “A ver, déjame ayudarte con eso.” ¿Qué hay de malo en hacer eso?
La investigadora de Stanford, Carol Dweck ha estado estudiando la motivación y la perseverancia desde los años 60´s. Y se encontró con que los niños caen en una de dos categorías:
1.- Mentalidad fija: “Si tengo que trabajar duro, no tengo la capacidad.”
Los niños con una mentalidad fija creen que están pegados con la inteligencia con la que uno nace. Ellos estarían de acuerdo con esta afirmación: “Si tienes que trabajar duro, no tienes la capacidad. Si tienes la capacidad, las cosas van naturalmente a ti”. Cuando fallan, estos niños se sienten atrapados. Empiezan a pensar que no son tan talentosos o inteligentes como todo el mundo les ha dicho. Evitan desafíos, temerosos de que no se verán inteligentes.
2.- Mentalidad de crecimiento: “Cuanto más me reto a mi mismo, me vuelvo más inteligente ‘
Los niños con una mentalidad de crecimiento creen que la inteligencia puede ser cultivada: Mientras más aprenden, más inteligente se vuelven. Estos niños entienden que incluso los genios tienen que trabajar duro. Cuando sufren un revés, ellos creen que pueden mejorar mediante más tiempo y esfuerzo. Ellos valoran más el aprender a verse inteligente. Ellos perseveran a través de tareas difíciles.
La Investigación
Dweck, en un estudio hecho en alumnos al azar de quinto grado, dividió en dos grupos, y los hizo trabajar en los problemas de un test de inteligencia. A continuación, elogió el primer grupo: “Wow, esa es una muy buena puntuación. Ustedes deben ser inteligente en esto.” Elogió el segundo grupo por su esfuerzo: “Wow, esa es una muy buena puntuación. Ustedes lo deben haber intentado muy duro.”
Los niños elogiados por su esfuerzo tendían a tomar la tarea más difícil, pues saben que pueden aprender más. Eran más propensos a continuar sintiéndose motivados para aprender y retener su confianza cuando los problemas llegaron con más fuerza.
Los niños elogiados por su inteligencia solicitaron la tarea más fácil, sabiendo que había una mayor probabilidad de éxito. Ellos perdieron su confianza en los problemas y pensaron que eran mucho más propensos a inflar sus resultados de las pruebas cuando fuese el momento.
Más tarde, Dweck y sus colegas llevaron a cabo el estudio de laboratorio y en casa. Cada cuatro meses, durante dos años, la Universidad de Stanford y la de Chicago investigaron 53 familias y les registraron durante noventa minutos mientras llevaban a cabo sus rutinas habituales. Los niños tenían 14 meses de edad al inicio del estudio.
Los investigadores calcularon la frecuencia con los padres utilizan cada tipo de elogios: alabar el esfuerzo; alabando rasgos de carácter; y “otra alabanza” que tiene un efecto neutro, como “¡Bien!” y “¡Guau!” y esperaron cinco años.
A continuación, los investigadores encuestaron a los niños, ahora de 7 a 8 años de edad, en sus actitudes hacia los retos y el aprendizaje. Los niños con una mentalidad de crecimiento tienden a estar más interesados en los desafíos. ¿Qué niños tenían una mentalidad de crecimiento? Los que habían escuchado más elogios en el proceso desde pequeños.
¿Puedes desarreglar una mentalidad fija?
Dweck tenía la misma pregunta. Así que tomó estudiantes de una escuela intermedia y estudiantes universitarios que habían fijado sus mentalidades. Ella encontró que los estudiantes fueron capaces de mejorar sus calificaciones cuando se les enseñó que el cerebro es como un músculo. Cuanto más lo uses, más fuerte se vuelve. La forma en que ejercita su cerebro es al abrazar los retos, la práctica de habilidades, aprender nuevas cosas. “El cerebro crece más por hacer preguntas equivocadas que correctas”.
Razón por la cual, cuando mi hija estaba tratando de abrochar la correa de su silla, yo tenía que animarla a asumir el reto, diciendo: “¡Casi!” e “Inténtalo de nuevo” en lugar de “A ver, déjame hacer eso para ti”.”
Si queremos que nuestros hijos desarrollen sus propias habilidades tienen que vivir sus propias experiencias. Mientras más lo intenten, más los debemos felicitar.
Tomado de: https://www.aprendizajeinteligente.net/